martes, 21 de octubre de 2008

Déjame entrar

Atravesar el umbral de una puerta no parece peligroso. ¿Cúantas veces lo hacemos cada día? ¿Qué puede haber de extraño en ello? Bueno. Como decía el protagonista de V de Vendetta, "nada es seguro y todo es posible", pero si alguien se para frente a la puerta de tu casa y pide que le dejas pasar, es que algo raro está pasando.

Es lo que hizo Eli cuando Oskar abrió la puerta de su casa. También cuando se coló por la ventana; y la noche que durmieron abrazos en silencio, cuando sentían la mutua soledad de sus latidos. Eli necesitaba oirlo. La jovencita esperó a que le dieran permiso para entrar. Descalza, en una noche nevada, con ese extraño olor en su ropa y la dulzura de su rostro; con la melancólica mirada de quien siente y oculta; con la necesidad de que le dieran permiso para acceder a la habitación.

"Dejame entrar", dijo ella, pero... ¿Por qué?


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