jueves, 18 de febrero de 2010

Buen (fallido) intento















La expectación era más que considerable. Con un artesano tras las cámaras y un reparto sobrado en dotes interpretativas, la película prometía ser el primer gran éxito de taquilla tras Avatar y Sherlock Holmes. Sin embargo, El hombre lobo ha quedado como una película irregular que no termina de satisfacer a nadie: ni a quienes esperaban una vuelta a los clásicos de la Hammer ni quienes esperaban una actualización videoclipera del mito animal.

Los múltiples problemas que el proyecto ha sufrido desde su concepción han terminado por lastrar un filme que podía haberse erigido como el primer título puntero de 2010 en el cine de género, pero cuando una película sufre tantos problemas para llegar a las salas de cine los malos resultados suelen acompañar el tardío aterrizaje cinematográfico. Ya me explayé en Cookies con los problemas sufridos por tan trabada producción. Por lo que mejor será que hable de lo reflejado en pantalla, que no todo es tan malo.

La ambientación, hay que reconocerlo, está muy bien trabajada. Tanto el aspecto de cuento gótico, mágico, misterioso y amenazador, como el ambiente siempre místico de las nubes y la niebla, con el brillo de la luna llena y esos paisajes tan propios de los cuentos de terror, son sin duda los mejores aciertos del largomentraje. En el terreno de actores sería dificil poder criticar a gente como Benicio del Toro, Hugo Weaving o Anthony Hopkins. Todos ellos están simplemente correctos, ni bien ni mal. Muy mal tendría que dirigir Joe Joshtson para que este trio no hiciese sus interpretaciones salvables. Emily Blunt pasea su dulzura y su apariencia de frágil inocencia con sencillez, sin caer en la imbecilidad propia de las tipicas damiselas en apuros.



La música da una impresión demasiado extraña y confusa. Sobretodo si sabemos que el compositor cambió hasta tres veces. Al final ha sido utilizado el score compuesto por Danny Elfman, quien entró al proyecto, salió de él y regresó in extremis apenas unas semanas antes del estreno. El cambio de compositor fue debido, al parecer, al hecho de que querían hacer el filme más accesible al público moderno y de ahi que contrataran al creador de bandas sonoras como la electrónica Underworld.

Y ese es uno de los problemas: aunque querían hacer un homenaje a los clasicos les debió entrar el pánico al fracaso en taquilla y decidieron hacer un llamamiento a esa juventud moderna que va a los cines o se descarga las películas, ese colectivo que a mi me encanta clasificar como generación MTV. El final, con ese enfrentamiento entre los dos hombres lobo, no sólo carece de fuerza por sus flojos efectos visuales, sino porque es un recurso manido y demasiado comercial. Los golpes de gore parecen encaminados también a la masa ávida de sangre que tras la saga de Saw parece requerir de litros de sangre y casqueria para disfrutar de sus palomitas.















Otro de esos aspectos extraños del filme es la mezcla de maquillaje tradicional y efectos digitales. La trasnformación de Benicio del Toro se ve infinitamente mejorada con la ayuda digital en esta moderna versión del licántropo. Poder ver la deformación de su rostro, sus pies y sus manos convirtiéndose paso a paso en la bestia que es juega en su favor. Sin embargo, cuando el animal corre por los tejados de Londres la credibilidad de sus movimientos se resiente enormemente, dándole a la película un indeseado tufillo a barata serie b.

En definitiva, el filme no cumple con las expectativas que había levantado entre los aficionados al terror, que tendrán que esperan ahora la llegada de Sutther Island y su homenaje al cine de Hitchcock. Por cierto, ¿alguien puede darle un papel que no sea de bruja a Geraldine Chaplin?

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