sábado, 27 de febrero de 2010

¡Que viva el cine! - ACTUALIZADO -














Hay pocos directores que a día de hoy consigan emocionarme en una sala de cine. Pocos directores que destilen amor al séptimo arte en cada fotograma de sus películas. Martin Scorsese pertenece a este selecto grupo en el que comparte puesto con Tarantino, Spielberg o Eastwood.

La última película de Scorsese, Shutter Island, es un nuevo ejemplo de lo mucho que el director sabe de cine. Scorsese no sólo hace una buena película de terror (clásico) sino que encima se despacha con una oda/homenaje al cine de Alfred Hitchcock, David Liych u Orson Welles (casi nada).

Sin embargo, los aficionados al terror moderno quedarán defraudados si esperan una película de terror adecuada al siglo XXI. Shutter Island es lo más opuesto a la saga Saw que uno pueda rodar. Y para muestra, los primeros minutos de película son todo un ejemplo de lo que vendrá después. Desde el barco emergiendo entre la niebla, hasta la presentación de los personajes en el barco, la creación de la atmósfera de la isla y la presentación del caso a investigar... Para ello Scorsese emplea una banda sonora compuesta por temas no originales que avisan al espectador del lo que se cierne sobre los protagonistas; se deleita con una planificación clásica, con encuadres propios de aquel genio llamado Orson Welles. El vestuario, el diseño de producción, el sonido, la iluminación, el montaje... Todo está cuidado al milímetro para jugar con la mente del espectador.

Sí, precisamente de eso va el asunto. Shutter Island es más un juego que una película. En el momento en que te la intentas tomar totalmente en serio el filme se desarma, pero como ejercicio artístico, clase magistral de planificación y juego de entretenimiento, es la mejor película que he visto en este 2010 de lejos.

El guión, es cierto, peca de previsible. No hace falta ser muy avispado para saber hacia dónde se va dirigiendo el filme. Sin embargo, el final, que parece querer dejar las cosas demasiado claras, lastra ligeramente el resultado global . Y es que la pretensión del 95% del metraje es la de jugar con la mente del espectador, la de la ambiguedad, la de coquetear entre realidad, sueño, conspiración o paranoia. Se dan detalles y pistas para que el espectador crea que está pasando una cosa, pero al mismo tiempo hay detalles que dicen lo contrario. ¿Cómo hace esto Scorsese? Pues con una puesta en escena de escuela. Es más lo que cuentan las imagenes y los detalles que lo que se dice en los diálogos y disertaciones de los protagonistas.

Poco puedo decir de esta película sin desvelar las sorpresas que esconde. Y es que es una de esas películas que deben verse acompañado o al menos verse conociendo a alguien que la haya visto para comentar y darle vueltas a cada detalle. Hacia el final de la película parece que se quiere explicar toda la historia con un par de secuencias que parecen dejarlo todo claro y masticado para que el espectador medio lo entienda. Sin embargo, la frase final del personaje de DiCaprio puede tener hasta tres interpretaciones. De ahi la necesidad de poder comentar con alguien la película, para debatir detalles y posibilidades.

Que la película consiga ese resultado depende de la capacidad de implicación en el juego que propone Scorsese (atención a los pretendidos fallos de raccord). Así, quienes sepan "leer" en la puesta en escena del filme disfrutarán más que aquellos acostumbrados al lenguaje rápido y masticado que proponen las películas de terror más actuales.

En definitiva, imprescindible para amantes del cine más clasico porque quienes esperen terror del siglo XXI se dormirán en la butaca como me consta que ya sucede en las salas. Gran obra que me temo pasará desapercibida para muchos a pesar de haber alcanzado el número uno de taquilla. Les dejo con el trailer, bajo su responsabilidad, pues creo que este "avance" cuenta mucho más de lo que debería...

ACTUALIZACIÓN

Interesante punto de vista sobre la ambigüedad de la película a la que yo hacía referencia. Una guionista, tras ver la película y leer el guión, da su opinión acerca del filme.

jueves, 18 de febrero de 2010

Buen (fallido) intento















La expectación era más que considerable. Con un artesano tras las cámaras y un reparto sobrado en dotes interpretativas, la película prometía ser el primer gran éxito de taquilla tras Avatar y Sherlock Holmes. Sin embargo, El hombre lobo ha quedado como una película irregular que no termina de satisfacer a nadie: ni a quienes esperaban una vuelta a los clásicos de la Hammer ni quienes esperaban una actualización videoclipera del mito animal.

Los múltiples problemas que el proyecto ha sufrido desde su concepción han terminado por lastrar un filme que podía haberse erigido como el primer título puntero de 2010 en el cine de género, pero cuando una película sufre tantos problemas para llegar a las salas de cine los malos resultados suelen acompañar el tardío aterrizaje cinematográfico. Ya me explayé en Cookies con los problemas sufridos por tan trabada producción. Por lo que mejor será que hable de lo reflejado en pantalla, que no todo es tan malo.

La ambientación, hay que reconocerlo, está muy bien trabajada. Tanto el aspecto de cuento gótico, mágico, misterioso y amenazador, como el ambiente siempre místico de las nubes y la niebla, con el brillo de la luna llena y esos paisajes tan propios de los cuentos de terror, son sin duda los mejores aciertos del largomentraje. En el terreno de actores sería dificil poder criticar a gente como Benicio del Toro, Hugo Weaving o Anthony Hopkins. Todos ellos están simplemente correctos, ni bien ni mal. Muy mal tendría que dirigir Joe Joshtson para que este trio no hiciese sus interpretaciones salvables. Emily Blunt pasea su dulzura y su apariencia de frágil inocencia con sencillez, sin caer en la imbecilidad propia de las tipicas damiselas en apuros.



La música da una impresión demasiado extraña y confusa. Sobretodo si sabemos que el compositor cambió hasta tres veces. Al final ha sido utilizado el score compuesto por Danny Elfman, quien entró al proyecto, salió de él y regresó in extremis apenas unas semanas antes del estreno. El cambio de compositor fue debido, al parecer, al hecho de que querían hacer el filme más accesible al público moderno y de ahi que contrataran al creador de bandas sonoras como la electrónica Underworld.

Y ese es uno de los problemas: aunque querían hacer un homenaje a los clasicos les debió entrar el pánico al fracaso en taquilla y decidieron hacer un llamamiento a esa juventud moderna que va a los cines o se descarga las películas, ese colectivo que a mi me encanta clasificar como generación MTV. El final, con ese enfrentamiento entre los dos hombres lobo, no sólo carece de fuerza por sus flojos efectos visuales, sino porque es un recurso manido y demasiado comercial. Los golpes de gore parecen encaminados también a la masa ávida de sangre que tras la saga de Saw parece requerir de litros de sangre y casqueria para disfrutar de sus palomitas.















Otro de esos aspectos extraños del filme es la mezcla de maquillaje tradicional y efectos digitales. La trasnformación de Benicio del Toro se ve infinitamente mejorada con la ayuda digital en esta moderna versión del licántropo. Poder ver la deformación de su rostro, sus pies y sus manos convirtiéndose paso a paso en la bestia que es juega en su favor. Sin embargo, cuando el animal corre por los tejados de Londres la credibilidad de sus movimientos se resiente enormemente, dándole a la película un indeseado tufillo a barata serie b.

En definitiva, el filme no cumple con las expectativas que había levantado entre los aficionados al terror, que tendrán que esperan ahora la llegada de Sutther Island y su homenaje al cine de Hitchcock. Por cierto, ¿alguien puede darle un papel que no sea de bruja a Geraldine Chaplin?

martes, 2 de febrero de 2010

Lovecraft, a la española




Al margen de los resultados positivos o negativos que puedan darse, hay que reconocer el cambio en el cine español que se está viviendo en los últimos años. Cada vez son más los directores y guionistas que se lanzan al cine de género sin tapujos. Sin embargo, aun falta recorrido en algunos casos para ir matizando y mejorando en un terreno poco pisado en este país. El cine de terror español ha dado ejemplos perfectos de lo que quiere el público (Los otros, Rec, Los cronocrímenes, Infectados, El orfanato...). Sin embargo, han pasado mucho más desapercibidos estrenos como La hora fria, Hierro, Sexy Killer o los productos de serie b de la Fantastic Factory.

La herencia Valdemar, dado el recorrido que lleva en taquilla desde su estreno, parece que quedará en este segundo grupo, a pesar de tener elementos realmente destacables y dignos de aplauso. Quizá los fallos de esta producción provengan de su condición de ópera prima. Se trata de todo un homenaje a los seres míticos de Lovecraft, uno de los universos más oscuros y escalofriantes de la literatura de terror.

La película se ha hecho ya un hueco en la historia del cine español. No por ser la primera adaptación del mundo de Lovecraft (ya lo hizo no hace mucho Dagon), sino por ser la primera de la historia en nuestro país rodada sin subvenciones del gobierno. Es la primera pelicula que nace del empeño, amor y persuasión de su creador sin ayudas de este tipo.


Y, quizá por ello, quizá porque es su primer filme, el director Jose Luis Alemán comete ciertos errores que lastran sus abundantes aciertos. De entrada, la decisión de desdoblar una única pelicula en dos largometrajes separados por meses en su estreno parece desacertada. Esta primera película deja a los espectadores (que en su mayoría desconocen la existencia de la segunda parte) con cara de circustancias cuando el abrupto final da paso a los creditos finales.

La película empieza presentando a un personaje (Silvia Abascal), una tasadora que acude a la mansión Valdemar por motivos de trabajo. Cuando la mujer desaparece, el guión se centra en un joven encargado de realizar la investigación de lo ocurrido (Oscar Jaenada). Y será una mujer relazionada con la familia quien se encargará de contar la leyenda de Los Valdemar. Es aqui donde el largometraje se alarga en exceso.

Es hacia el final de este recuerdo cuando La herencia Valdemar sorprende, emociona y puede dar miedo. Aquí hace gala de unos efectos especiales (y visuales) bastante buenos, que sin ser perfectos resuelven con resultados muy dignos el relativo bajo presupuesto del filme (y digo relativo, porque las peliculas con efectos especiales en Hollywood son infinitamente más caras). Sin embargo, cuando estos momentos llegan, el tedio puede haberse adueñado de algunos espectadores más acostumbrados al ritmo endiablado del cine actual.

Y es que La Herencia Valdemar es una obra clásica, que cuenta la historia con mimo, con múltiples detalles, ahodando en minuciosidades que bien podrian haberse eliminado del metraje, dando opción a una edición extendida para el DVD que contara en profundidad la historia de los Valdemar. Todo ese largo flashback podia contarse a modo de prólogo, en una secuencia de 15 minutos que permitiera centrarse en el resto de tramas y personajes, porque éstos quedan finalmente desdibujados a la espera de cobrar protagonismo en la segunda parte (cuyo estreno debería producirse antes de fin de año). Eso sí, durante todo ese metraje los espectadores tendrán el regalo de ver al ya desaparecido Paul Naschy, en un papel completamente secundario pero con el que inunda la pantalla.

Así pues, los interesantes créditos iniciales, el uso del sonido en secuencias como la incursión de Abascal en la mansión o el gran cuidado en el diseño artístico del filme, son los grandes aciertos de la película. Por otra parte, la "teatral" actuación de los actores, la novel planificación con la que está rodada y la duración del comentado flashback son los principales fallos. Aun asi, sólo puedo levantarme y aplaudir por el valor de poner en pantalla un universo tan complejo como el creado por Lovefraft.