La mítica
productora Hammer, a la que ayer mismo hacía referencia
Natalia, vuelve a las pantallas con una historia de fantasmas al estilo más clásico en
La mujer de negro, adaptación de la novela de gran éxito de Susan Hill. Se trata de un sombrío relato de pérdida, venganza y duelo, con sustos garantizados a lo largo de todo el metraje (aunque para el público de hoy, puede llevar un ritmo demasiado pausado). La alabada guionista Jane Goldman se encarga de trasladar la historia de Hill a la gran pantalla para un público del siglo XXI. Dirigida por James Watkins y protagonizada por Daniel Radcliffe, Ciarán Hinds, Janet McTeer y Liz White,
La mujer de negro es una producción de Talisman en asociación con Exclusive Media Group.
El impulso inicial que insufló vida a este proyecto surgió de una reunión con el productor, presidente y consejero delegado de Hammer, Simon Oakes, que se encontraba, por aquel entonces, en pleno proceso de relanzamiento del mítico sello de cine de terror: “Creo que es justo decir que sentía cierta cautela sobre hasta dónde podría llegar esto, puesto que ya se habían realizado otros intentos de revitalizar Hammer a lo largo de los años”.
Pero salió adelante. Y de qué forma, se estrenaron en Sitges 2010 con
Let me in, el remake de la obra maestra
Déjame entrar y, ya en aquel momento, nos llamaron la atención sobre
La Mujer de negro, un filme que si bien no arrasará en las taquillas (entró directa al dos en la taquilla americana y en el Reino Unido se ha quedado en el tres), al menos no es una de esas producciones de consumo barato y poco cuidado que suelen llegar a las carteleras. A España llega este día diecisiete, con el talismán de tener a Daniel Radcliffe (alias
Harry Potter) liderando el cartel.
Y aqui el joven actor británico se la juega. Porque tiene que hacernos olvidar quién ha sido durante los últimos años para convencernos de que está en un siglo pasado, aislado en una mansión rocambolesca, repleta de sombras, crujidos y rumores de fantasmas. Y es que el joven actor se pasa buena parte del metraje solo ante el peligro, con la única compañía de la mujer de negro, en breves pero intensas apariciones. Y, lo siento, pero al chico le falta un grado de madurez para aguantar sobre sus hombros el peso de una historia como esta.
Sin embargo, la película se mueve en un entorno fantasmagórico, oscuro, victoriano, gracias a un buen trabajo tras las cámaras, la ambientación envuelve al espectador entre las sombras de la casa y le hiela los huesos con la niebla y el fango que inundan la pantalla. Ya desde el guión, pero sobretodo en la dirección, el equipo técnico buscaba la (finalmente conseguida) unión entre el clasicismo de la historia de fantasmas y el espectador de cine de terror moderno.
No hay mejor ejemplo que el éxito de la edad dorada del cine de terror oriental, con éxitos mundiales como
The Ring o
La maldición, que conseguiían mezclar el terror y la profundiadad emocional de los protagonistas con agudeza e ingenio, aunque con un ritmo excesivamente pausado para el espectador occidental: “Cruzar el cine de época con el cine de terror japonés me pareció muy interesante y novedoso”, asegura el director,
James Watkins: “Hablé largo y tendido con [el director de fotografía] Tim Maurice-Jones sobre el lenguaje cinematográfico de toda la película. No quería que el filme pareciera una típica historia de época. Quería rodarlo con un lenguaje muy moderno en la forma de moverse la cámara, el modo de presentar los planos y la puesta en escena general”.
De ahi que aunque por momemtos la puesta en escena sea clásica, el director James Watkins se vale de técnicas del cine más moderno, como el rodaje cámara en mano, para conseguir crear más tensión e incluso cercanía y empatía con los personajes, rompiendo la estabilidad del cine más clásico. Y ahi es donde reside el mayor punto a favor del filme, en el esfuerzo del equipo por utilizar todas las posibilidades de la narrativa audiovisual. El trabajo de director y el director de fotografía tenía dos objetivos principales: en cuanto a la luz, buscaron el contraste, para crear todo un juego de sombras y contraluces; en cuanto a la planificación se refiere, el filme se rodó en 2.35:1 en vez de 1.85:1, una relación de aspecto empleada en las superproducciones épicas de Hollywood, del Oeste, para conseguir una profundidad de campo muy amplia. Y el resultado en pantalla es genial: perfecta en una historia de fantasmas, sombras y largos pasillos, la amplia profundidad de campo utilizada potencia el juego visual con el espectador.
Y el efecto conseguido es perfecto, ya que el espectador se encontrará buscando con la mirada entre las sombras y rincones del la casa cualquier indicio de fantasmas o presencias extrañas, esperando encontrar a la infame Mujer de Negro. "Una historia de fantasmas es sobre lo que no alcanzas a ver", explica el director, "lo que se mueve por los rincones del encuadre y se oculta en los márgenes". Y , desde luego, ese aspecto es lo mejor de la película.
Sim embargo, la película no consigue ofrecer nada espectacular, ninguna novedad y, por tanto, no alcanza el estatus de gran obra del terror. A diferencia de
Insidious,
La mujer de negro no va a deguello intentando asustar y, en ese aspecto, será un fiasco para los aficionados al terror más puro y a deguello. Y es que el guión está plagado de clichés, tópicos y sustos fáciles. Dado que el filme está calificado para mayores de trece años, intuímos que funcionará como historia de terror para los más jovenes, pero desde luego no para un espectador curtido en el cine de terror que busque emociones fuertes. Sin embargo funciona como historia de fantasmas con calado emocional e interés por los personajes. Buen intento por parte de la Hammer y todo el equipo creativo que hay tras el filme. Que sigan trabajando, porque, sin ser obras maestras, esta productora le está devolviendo al cine de terror la seriedad que había perdido.