MEMORIA DEL DIRECTOR
Tras mi experiencia con [REC] y [REC]2, películas que optaban por una narrativa mucho más cercana a la televisión en directo y al falso documental que a un lenguaje de cine más convencional, me apetecía retomar los elementos más clásicos del thriller.
Y entonces llegó a mis manos el guión de Mientras Duermes.
Enseguida caí rendido ante aquella historia clásica de suspense y de maldad, tal vez mil veces contada antes, pero confeccionada esta vez a partir de la materia prima de la realidad más cercana y de lo cotidiano. Y esto la hacía para mi profundamente atractiva y aterradora.
Nuestro hombre no era un asesino al uso, ni un torturador, ni un secuestrador obsesivo.
Éste era distinto: un personaje tan malvado y perturbado como tantos otros, pero con una personalidad y un modus operandi completamente novedosos.
Aquí no era cuestión de matar, de torturar, ni siquiera de abofetear, ya puestos. Porque el nuestro era un psicópata que teje su maldad desde las pequeñas cosas que nos rodean, los elementos más insignificantes de nuestro entorno.
Y esto lo hacía mucho más sutil, mucho más retorcido y peligroso. Y, sobretodo, mucho más plausible y cercano.
Y esa era la trampa. El retrato era tan próximo y tan minucioso que de pronto te descubrías encubriendo la maldad, compartiéndola, casi habiendo tomado partido por ella. Y eso era lo más aterrador.
Así que decidí que aquella iba a ser mi siguiente película.
Porque suponía un reto para mí: jugar con el suspense en dos direcciones opuestas, a favor de la víctima o del verdugo según el momento.
Y porque en el fondo, y esto me fascinaba, aquella historia era en realidad un cuento infantil (un personaje terrible y cruel que acecha a su víctima inocente y pura) reformulado en formato adulto y muy, muy perverso.
Y porque siempre me ha asustado lo que puede estar ocurriendo a mi alrededor mientras duermo.
¿A vosotros no?
Jaume Balagueró
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