Ayer Steven Spielberg celebraba
su cumpleaños, y con motivo del mismo dedicábamos una entrada a la ya mítica
figura del cine (podéis leerla aquí). Aunque ha tocado todos los géneros, buena
parte de la carrera de Spielberg ha estado marcada por la fantasía, el terror,
la ciencia ficción y el cine de aventuras. Así que como podéis imaginar, por
aquí, en Planta13, tiene un puesto privilegiado (al menos para algunos de
nosotros). No he querido desaprovechar la oportunidad para re-homenajearle volviendo
a sacar a la luz una de sus primeras obras dedicadas a los ovnis y la ufología:
Encuentros en la tercera fase (1977).
Con apenas treinta años había
llegado ya a lo alto de Hollywood gracias a su primera película de éxito
mundial: Tiburón (1975). Pero si Tiburón le dio la fama, el prestigio y
el dinero; fue Encuentros en la tercera fase la que confirmó que nos encontrábamos ante un verdadero maestro del cine
que daría mucho que hablar en los siguientes años. Le salvó de ser un director
de un solo éxito (el miedo eterno de los cineastas que comienzan pisando
fuerte) y con ella demostró al mundo que era capaz de arrastrar a millones de
personas a los cines a ver sus películas. Convirtiéndose en uno de los jóvenes “Rey
Midas” de Hollywood, fue además, con esta obra, con la que salvó a la Columbia
de la bancarota.
Spielberg siempre ha sentido
atracción por la ufología y todo lo relacionado con los ovnis. Ya de niño se
pasaba horas observando por su telescopio el cielo y buscando indicios de naves
extraterrestres con sus habilidades de boy scout. Por eso, incluso antes de
rodar Tiburón, tenía en mente hacer
un documental sobre el tema; aunque finalmente se decantó por esta película con
el apoyo de la Columbia. Para la misma, leyó multitud de guiones que le
ofrecieron, pero ninguno le convencía lo suficiente. Así que el mismo se puso
manos a la obra y escribió íntegramente el guión haciendo de ésta una de las
pocas películas en la que él es director y guionista (aunque muchas veces
participa en los guiones revisando diálogos o cambiando secuencias).
El filme cuenta diversas
historias paralelas a modo de distintos caminos que convergen en un mismo
punto. La de Claude Lacombe, un investigador de sucesos paranormales ocurridos
en distintos lugares del planeta; la de Jillian Guiler, que busca a su hijo
misteriosamente desaparecido; y la de Roy Neary, que está obsesionado con una
imagen tras un extraño encuentro nocturno. Todos ellos, buscando respuestas, se
encontrarán en el mismo punto de la geografía americana.
Estos caminos por recorrer en la
búsqueda de respuestas es un tema recurrente en el cine de ciencia ficción de
Spielberg. Muchas veces se ha dicho de los mismos que corresponden a una
metáfora de la figura divina en la que convierte a la ufología en una especie
de religión en la que el hombre se encuentra con una forma vital superior; unas
veces amistosa (como en E.T. el extraterrestre de 1982) y otras un tanto destructiva (como en La guerra de los mundos de 2005). Esta
forma de representar la forma de vida alienígena en la pantalla ha sido muy
influyente para algunos directores.
Pero el director no es sólo
influencia, sino que también ha sido influenciado (como siempre en la historia
del cine); en este caso por autores clásicos como Howard Hawks. Ejemplo de ello
son las secuencias de la búsqueda y la huída acontecidas en la montaña que
recibe el nombre de Devil’s Tower. Así, toda la película se llena de un halo
clasicista dejándonos con imágenes de gran atractivo visual que, combinados con
la música y un guión que atrapa, nos lleva al espectáculo al que Spielberg ya
nos tiene acostumbrados. Pocas películas han sido capaces de resucitar esa
estética clasicista como ésta: una obra maestra que abrió un gran camino en la
relación entre la ciencia ficción y un gran cineasta, de la cual, estoy segura,
aún nos queda mucho por ver.
1 comentario:
Espero que como dices al final, aún nos quede mucho por ver, porque en realidad, es un maestro haciéndonos disfrutar del cine.
Saludos
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