viernes, 27 de abril de 2012

Crítica de "Martha Marcy May Marlene"


La ansiada ganadora de los premios Sundance de 2011 por fin llega a las pantallas españolas. Tras haber cosechado el pasado año varios triunfos y nominaciones por distintos festivales y premios y sin haber podido gozar en un principio de una buena distribución; el primer filme de Sean Durkin se estrena hoy en España. 

Martha Marcy May Marlene, cuatro nombres que representan la complicada mente de la joven protagonista casi como si de cuatro mujeres distintas se tratase. Martha huye de una secta donde ha estado aislada los dos últimos años para refugiarse en casa de su hermana recién casada. A pesar de la ayuda de ésta, Martha es incapaz de compartir todo lo traumáticamente vivido en aquel lugar y pronto el miedo y los recuerdos se van apoderando de ella. A modo de flashbacks podremos ir conociendo con sutileza las particularidades del entorno que han cambiado a la muchacha hasta el punto de no saber distinguir lo correcto y lo socialmente reconocido como normal, de lo que no lo es. 

Durkin nos muestra dos historias paralelas para comprender como Martha emprende su viaje hacia la inestabilidad mental: la de la Martha actual y la de Marcy May y Marlene que ocuparon su cuerpo en búsqueda de pertecener a un grupo mientras se encontraba en una secta envuelta en sexo, drogas y violencia creada por una especie de gurú que goza de un extraño equilibrio entre lo repulsivo y lo carismático. Jugando con la confusión de la propia protagonista, el director nos adentra en una historia que se sitúa entre el drama y el terror psicológico donde consigue llevar al espectador a un estado de incomodidad y tensión permanente donde el horror se hará presente en varios de los puntos álgidos de la película.

Técnicamente correcta y con una ambientación que nos lleva a unos Estados Unidos salvajes que huelen a “country” y saben a una libertad aparente. Por un lado, la fotografía se hace dueña de la pantalla llenándola de tonos tenues y tan sutiles como el horror de la historia que se nos presenta. Por otro lado, en lo que se refiere a la banda sonora, Durkin se ha valido de eso que dice “más vale poco y bueno, que mucho y malo”; y es que, a pesar de carecer casi completamente de música ambiental dejando en muchos casos desnuda una tensión que sólo bebe de las imágenes, la escasa música que aparece posee un especial encanto que enriquece sin duda al filme. Es el caso del tema Marcy’s song, interpretado por John  Hawkes acompañado tan solo de una guitarra, que compone uno de los momentos más fascinantes de la película por su belleza y sencillez. 

Aún con todo esto, la clave principal de la película en realidad se encuentra en su propia protagonista. La actriz Elizabeth Olsen (a la cual hemos visto recientemente en LucesRojas de Rodrigo Cortés) eclipsa la pantalla con una actuación impecable que vira constantemente entre distintos estados de ánimo. Parece mentira que la joven debutante se haya podido deshacer tan rápidamente de lo que supone ser la hermana de las conocidas gemelas Olsen para hacerse con un reconocimiento por parte del público y la crítica en el mundo de la interpretación. Eso sí, todo de mérito propio y por supuesto, merecido. 

En definitiva nos encontramos ante un relato que desconcierta tanto como gusta, ante una historia que nos llevará a través de la búsqueda interna de Martha hacia sus temores más profundos y ante una película que no dejará a nadie indiferente. 

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