A pesar de que el nacimiento del
género de ciencia ficción fue casi a la par que el del propio cine (solo hay
que recordar los fantásticos montajes de George Méliès), fue en los años cincuenta
cuando de verdad este género se puso de moda. Lo cierto es que más bien este
fenómeno cinematográfico se debió a una locura desatada entre la sociedad
estadounidense que aseguraban haber sido testigos de una gran cantidad de
avistamientos de platillos volantes y
OVNIs. Como consecuencia de esa obsesión generalizada por los extraterrestres,
el cine de ciencia ficción (que siempre había sido un género de serie B) vio
que era el momento de aprovechar y darle al público lo que estaba pidiendo a
gritos.
Entre la gran cantidad de títulos
que surgieron durante esta época, destacan algunas como La Guerra de los mundos (1953) o La tierra contra los platillos voladores (1956). Esta última,
rodada en blanco y negro, se convirtió en uno de los clásicos imprescindibles y
dio una vuelta de tuerca al cine de extraterrestres ¿Por qué? Ahora lo
explicaremos.
El argumento, al igual que en La Guerra de los mundos u otras muchas
películas de esta época, gira en torno a una invasión de la tierra llevada a
cabo por unos seres de otro planeta. La diferencia principal dista en que, al
contrario que en el resto de filmes, los extraterrestres de La tierra contra los platillos volantes
vienen en son de paz para conocer a los habitantes de la tierra amistosamente,
pero todo cambia cuando un soldado dispara por error a uno de los seres y, al
no entender estos a qué se debe ese ataque, desatan su furia contra la
humanidad decidiendo acabar con ella. Así que la primera novedad frente a otros
títulos de estas características es que los humanos somos los que estamos
provocando nuestra propia destrucción. Y así mismo, otra de las diferencias con
películas como La guerra de los mundos
en la que los extraterrestres morían a causa de un virus, será que los humanos deberán
salvarse a sí mismos mediante su tecnología armamentística y sus estrategias.
Otra de las cosas que hace especial
a este filme es que está basado en el libro Flying Saucers from Outer Space, obra del militar Donald K.
Keyhoe cuya carrera estaba tan centrada en el estudio de los OVNIs que le llevó a lo más alto de la NICAP (una
organización mundial dedicada al estudio de estos fenómenos). Lo curioso de
esto es que la obra de Keyhoe está basada en “hechos reales”; esto es que, aunque
se trate de una novela fantástica, las premisas de las que parte son datos,
estudios y sucesos reales. Esta misma autenticidad es la que se quiso
transmitir en la película utilizando una voz en off al principio de la misma en
la que se explican los procedimientos militares que se llevaban a cabo en
Estados Unidos con esta clase de fenómenos.
Uno de los grandes aciertos de
Fred F. Sears, director de la película, fue contar con el gran Ray Harryhausen
para los efectos especiales. Para realizar los efectos de La tierra contra los platillos volantes Harryhausen ideó un sistema
a base de fotografías que revolucionaría el mundo de los efectos. Este sistema
no es otro que el stop-motion que aún a día de hoy se sigue usando y que permitió
crear verdaderas obras de arte en el cine de aventuras, fantasía y ciencia
ficción. En este caso, se dice que Harryhausen llegó a utilizar fotos reales de
OVNIs que habían sido tomadas en 1954 en Inglaterra para poder diseñar los
platillos volantes de la manera más creíble posible.
Por lo demás, la película es
correcta en cuanto a actuaciones y dirección sin destacar ninguno de los dos puesto
que lo que hace imprescindible a este clásico es más el trasfondo social y
crítico que se puede leer. Recordando la situación política y social que vivía
Estados Unidos en los cincuenta, entre la Guerra Fría y el American Way of
Life, Fred F. Sears intentó hacer ver al público dos puntos que podrían llegar
a ser contradictorios: por un lado, que los únicos causantes de “los males de
la humanidad” somos nosotros mismos y por otro, que pase lo que pase ahí estará
el ejército de Estados Unidos para salvar el mundo (después de casi destruirlo)
y ser los héroes que siempre acaban siendo. Al fin y al cabo, como ya sabemos, durante la Guerra Fría los filmes de invasiones alienígenas eran una metáfora de la lucha de EEUU contra el comunismo. Aún así, como viene siendo típico en el cine, que cada uno lo interprete como quiera.
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