“La sangre es la sangre” y es una premisa que se mantendrá desde el primer minuto de la filmación hasta el 113. Y no solamente porque Johnny Depp sea maldecido con ser un vampiro durante más de 200 años, sino porque aquí lo que mantiene la trama argumental son los lazos sanguíneos de la familia Collins, la cual pretende mantenerse en lo alto de la sociedad a pesar de los contratiempos.
Con contratiempos me refiero a una bruja chiflada que por culpa de los celos quiere amargar la existencia de nuestro vampiro llevándose por delante a todo el que pille. A todo ello hay que añadir una historia de amor al más puro estilo Cuarto Milenio. Dentro de toda esta historia lo que da un valor añadido de la película son los personajes que componen el famoso cuadro familiar. Una estirada y algo envejecida Michelle Pfieffer hace de la madre de una familia rica que da nombre a un pueblo que lucha desesperadamente por no terminar en la ruina. Su extravagante y algo alocada hija interpretada por Chloë Grace Moretz, a la que ya conocimos en Kick-Ass, no le pone las cosas fáciles. El hermano de la progenitora saca el lado más avaricioso de los Collins. Por desgracia ese comportamiento tan egocéntrico no ayuda para nada a su pequeño hijo que intenta superar la muerte de su madre, aunque asegurar que la ve como un fantasma no le ayuda para mucho. Como buena familia de bien disponen de un servicio, no muy amplio por los tiempos que corren para el marisco en los años setenta, contando con un jardinero-mayordomo-ayudante interpretado por Jackie Earle Haley, al que quizá nos cueste reconocer sin su máscara de Rorschach, que cuenta con la pésima ayuda de una octogenaria que tarda en limpiar un candelabro medio metraje; una psiquiatra interpretada por Helena Bonham Carter (mujer de Tim Burton), a la que su cara de loca le ayuda bastante a bordar el papel (aunque su físico nos hace dudar si vuelve a estar embarazada); y una institutriz que esconde un escalofriante secreto.
La relación de Tim Burton con Johnny Depp es más duradera que la de la pizarra y la tiza. Desde Eduardo manos tijeras hasta Sombras tenebrosas han pasado 22 años, donde les ha dado tiempo a que Burton fuera haciéndose una firma como el director lúgubre Hollywoodiense por excelencia mientras que Depp se ha transformado en la “musa” de esas películas oscuras y tétricas en las que ha estado presente como primera opción en todas, tanto físicamente como de manera animada. A esta curiosa sinergia se une a la ecuación Helena Bohanm Carter, con la que su marido y director ha contado con su interpretación en incontables ocasiones, en las que curiosamente la mayoría de ellas su personaje suele sentir una atracción hacia el interpretado por Jhonny Depp. Algo morboso, ¿no?
No puedo terminar esta crítica sin dejar constancia que a pesar del increíble reparto, los espectaculares efectos especiales y la perfecta ambientación tanto de 1752 como de 1972, he de confesar que no ha sido la mejor película que he visto de este oscuro dúo, pero no siempre se puede triunfar. Pero si lo que quieres es pasar una noche fresquito en el cine y echarte algunas risas es una buena opción.
Por Nuria Martín
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