martes, 22 de febrero de 2011

¿Se merece Cisne Negro más de lo que ganará en los Oscar?



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Cisne Negro cuenta con cinco nominaciones a los Oscar pero no es ni mucho menos la favorita. Pocas posibilidades tiene Aronofsky en un año en que La Red Social y El discurso del Rey se reparten el pastel. ¿Es la película de Aronofksy tan buena como muchos dicen? ¿Está sobre valorada? ¿Se merece más reconocimiento del que recibirá el próximo domingo en le Kodak Theatre?

Aronofsky, director de películas como Requiem por un sueño, La fuente de la vida o El luchador, es uno de los realizadores más potentes y extraños del cine de nuestros días.  Sin embargo, empieza a ser habitual que su trabajo pase desapercibido para la Academia de cine. Año tras año, proyecto tras proyecto, su reputación crece, su fama aumenta y parece poder rozar el Oscar con la punta de sus dedos. Peor aun le falta un poco para alcanzarlo. Además, tiene la terrible traba de que sus películas suelen ser demasiado oscuras (o extrañas) para el gusto de la academia.

Aronofsky vuelve a demostrar con Cisne Negro la impresionante visión que tiene a la hora de rodar y plasmar en pantalla lo que cuentan los guiones con los que trabaja (ligeramente inferiores a su realización). Dado que la película juega al engaño continuamente, en varias ocasiones Mila Kunis y Natalie Portman se cambian los papeles para intrerpretarse la una a la otra, haciendo que el juego de engaños y extrañezas sea contínuo. Y ese es sólo un ejemplo más de su gran labor como director.  Más ejemplos son el impresionante (para algunos repetitivo) uso de los espejos o la sutil labor de efectos visuales empleados para la película. Para muchos que sólo ven lo que les cuentan, todo este trabajo pasa inadvertido, al igual que el uso de la cámara en mano y largos planos que sumergen al espectador no sólo entre bambalinas, sino dentro del propio espectáculo. Cualquiera que haya estado en un rodaje sabe la dificultad de rodar con espejos, y es que los efectos digitales no sirven sólo para explosiones, mundos y criaturas fantásticas; también se utilizan para poder rodar en un mar de espejos y realzar la transformación de la protagonista con fines narrativos y dramáticos.



En las notas de producción leemos que Aronofsky trabajó con su equipo de diseño en la combinación de dos ideas visuales: por un lado, una orgánica visión del ballet a través de un crudo trabajo de cámara en mano, y por otro, una surrealista y aterradora pero también potente serie de imágenes a partir de espejos refractivos e inquietantes visiones de dobles identidades que diluyen los límites de la realidad. El movimiento constante de la cámara da la impresión de bailar y descender a los infiernos junto con el personaje protagonista.

Obviando un siglo de técnica cinematográfica tanto en lo que se refiere a películas de baile como al thriller psicológico, en su lugar, Aronofsky y Libatique (director de fotografía) trasladan su particular y emblemático estilo a un mundo raramente observado con esta cruda intimidad. La mayoría de las escenas del filme se ruedan con una sola cámara en mano que se mueve continua y sinuosamente, sin planos generales o primeros planos.

La tarea de concebir el mundo físico de CISNE NEGRO cayó en manos de la diseñadora de producción Thérèse DePrez. Muchos de los decorados de la película debían presagiar sutilmente lo que más tarde iba a suceder en la representación de “El lago de los cisnes”, durante el explosivo clímax de la película, lo que incluye al austero apartamento en blanco y negro de Thomas Leroy, donde le asigna a Nina unos inusuales deberes para casa, así como la infantil habitación rosa de Nina, que a medida que la historia se va desarrollando le produce menos confort. “Todo es muy sutil, pero visualmente existen unos hilos comunes que mantienen todo completamente unido”, señala DePrez. “Una particularidad de Darren es que no le gusta la decoración exagerada. Por lo tanto, gran parte del trabajo de diseño giró en torno a conectar el personaje de Natalie con la realidad”.



Otro componente clave para construir la atmósfera, el suspense y las emociones contenidas en la película es la música que ha compuesto Clint Mansell, que colabora con Darren Aronofsky desde hace tiempo. Mansell tuvo que enfrentarse al fascinante reto de mantenerse fiel al inmortal legado de Tchaikovsky al tiempo que creaba un ambiente de sonido específicamente adaptado al contemporáneo viaje hacia la oscuridad que emprende Nina. “Supuso un tremendo privilegio trabajar con la fantástica pieza musical de Tchaikovsky. Me infundía el mayor de los respetos, pero también creía que no debía ponerme límites, que me tenía que lanzar absolutamente”, dice el compositor.“Espero ciertamente que al final la gente no piense ‘esta parte la ha compuesto Tchaikovsky y ésta, no’. Mi pretensión es que sea un camino que dos compositores emprenden juntos para recrear una nueva versión de El lago de los cisnes” 


Con motivo del estreno de El curioso caso de Benjamin Button, varios periodistas apuntaron que ciertos directores no están hechos para ganar premios, aludiendo a la maestría del realizador David Fincher y que parecía pasar inadvertida en la ceremonia de los Oscars. La siguiente película del director, es una de las favoritas para la ceremonia de los Oscars del próximo domingo. Veremos si Aronofsky tiene su oportunidad en futuro, porque ya sabemos lo difícil que el cine con tintes de terror lo tiene en La Academia de Cine entrega los prestigiosos galardones.





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