lunes, 3 de octubre de 2011

White Zombie: la legión de los primeros hombres sin alma


A parte de por ser un clásico del género, White Zombie (1932) es conocida por ser el primer filme de terror en el que aparecían muertos vivientes o no-muertos. A pesar de ser realizada por una productora independiente, cumplía con todas las características de las obras llevadas a cabo por los grandes estudios de la época como la Universal, de la cual incluso tomó prestados algunos de los decorados de películas como Drácula (1931 ) -con la que también compartía a Bela Lugosi como actor principal- o Frankenstein (1931) entre otras. Considerándose hoy una película de culto, su argumento se basó directamente en una obra de teatro que a su vez se escribió a partir de una novela inspirada por una serie de leyendas de Haití.

Las leyendas haitianas a las que nos referimos están asociadas a la magia negra y el vudú. En una de ellas se relataba como un hechicero podía hacer revivir a los muertos, tomando el control de su libre albedrío y haciendo que estos cumplieran los deseos de su amo. W.B. Seabrook fue el escritor que recopiló esta y otras historias en su libro The Magic Island. Esta novela sirvió como fuente de inspiración para que Kenneth Webb escribiera una obra de teatro sobre el tema, la cual se titularía Zombie. Estrenada en 1932, no gozó de mucho éxito y tras veintiuna representaciones fue retirada de cartel. Pero los hermanos Halperin repararon en ella y contrataron al guionista Garnett Weston para que la adaptara al cine. A pesar de las acusaciones de plagio de Webb, la película se rodó con éxito presentándose ese mismo año y convirtiéndose así en la primera historia de zombis que se mostraba en la gran pantalla.


El argumento es el siguiente: Madeline Short (Madge Bellamy) y Neil Parker (John Harron) son dos jóvenes enamorados que viajan a Haití antes de su boda invitados por su amigo Charles Beaumont (Robert W. Frazer). Este en realidad desea a Madeline y traza un plan en el que pide ayuda al legendario hechicero de vudú Lengendre (Bela Lugosi) que utiliza zombis como trabajadores de su plantación. Beaumont quiere que Legendre convierta a Madeline en zombi, se le declare muerta y se le entierre para que su prometido, Neil, vuelta a Estados Unidos. Tras esto se le desenterraría y podría vivir junto a Beaumont durante el resto de su vida; pero el malvado Legendre también ha trazado sus propios planes.

Esta trama en la que un villano posee una legión de zombis la cual domina en su beneficio influenció las posteriores películas que tratarían sobre los muertos vivientes. Aunque no se trataba de un tema totalmente original (ya que recuerda al argumento de El gabinete del doctor Caligari (1920) de Robert Wiene), trazó las normas del cine de este género durante los siguientes treinta años. Sería con la aparición de La noche de los muertos vivientes (1968) de George Romero, cuando estas normas se romperían y comenzarían a cambiarse, creando incluso otro tipo de zombis.

En cuanto a la técnica, no aportó mucho respecto a lo que ya se estaba haciendo por aquella época. La cámara permanece bastante estática durante casi toda la película, aunque tiene más movimiento que en películas del mismo género como Drácula; incluso hay un plano-secuencia en el que la cámara va siguiendo el movimiento interno de la acción sin ningún corte. Cabe destacar la influencia expresionista, en concreto de la escena en la que Neil habla en un bar sobre la pérdida de su amada Madeline. En esta secuencia se prescinde de los personajes en pantalla y de ellos sólo vemos sus sombras reflejadas en la pared.

Ya sea por ser la primera del género, por ser una producción independiente en los años treinta o por ser una película basada en una obra teatral, esta pieza está considerada una joya imprescindible para cualquier persona interesada en el cine de terror. Si todavía no la habéis visto, desde Planta 13 os animamos a hacerlo (al ser de dominio público se puede descargar libremente o ver a través de páginas como YouTube). Quizás más de uno se sorprenda de que una película que tiene casi ochenta años de antigüedad pueda asustarle.


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